Cuando tenía 14 años, fui invitada a Chiapas. La familia de mi mejor amiga de la adolescencia, Isabel, se iba a Chiapas por unos días. Corría el año de 1995 cuando salimos de
Un día y medio duró el viaje y para mí fue el descubrimiento de un nuevo mundo. Tengo muchos recuerdos de la carretera, de las canciones que cantamos para entretenernos, de las historias, de la comida, la sensación tan extraña que me causó pasar por
Llegando a Chiapas fue todo un descubrimiento, saber que había un “problema” con un grupo de indígenas y que por ese motivo nos tenían que parar los militares a cada rato. Nos bajaban del auto, abrían las puertas del mismo y revisaban todo. Le preguntaban al Sr. David a donde íbamos y porqué. Él tenía un hijo viviendo en Tuxtla y fuimos porque él se regresaba a la cuidad y era la última oportunidad de ir a Chipas mientras él estaba ahí.
Llegamos a Tuxtla y conocimos Chiapa de Corzo, el Cañón del Sumidero, el Parque de
De aquel viaje, tengo unos recuerdos muy buenos, como las mañanitas que nos dedicaron a Isabel y a mí en el Parque de
Después en
Un año después, se presento otra práctica de campo. Visitamos una parte de Tabasco y Chiapas. Aquella vez me tocó descubrir, la selva lacandona, la realidad de la frontera sur y una partecita de Guatemala. Pero también entendí, la diversidad del estado. Conocimos los altos de Chiapas y muchos lugares como Bonampak, Toniná, Ocosingo, etc.
Después de trece años volví a Chiapas desde la primera vez que estuve ahí. No tan solo volví a estar en el estado, sino que estaba con Ugalde. Esta vez rentamos un carro que nos dio para recorrer desde Tuxtla Gutiérrez hasta Palenque. Volví a probar el pozol de la esquina de la catedral de Chipa de Corzo y aun sigue ahí la señora y aun conserva el mismo sabor. Estuvimos en San Cristóbal y me dí cuenta que ha dejado de ser un simple pueblo, para convertirse en un lugar donde habitan personas de todas partes del mundo, aun sigue habiendo muchos niños persiguiéndote para venderte algún cinturón o pulseritas, pero ya no vi a todas las etnias juntas como antaño. Descubrí San Juan Chamula. Las Cascadas de Agua Azul siguen manteniendo la misma belleza y han compuesto el camino, ahora se puede ir más arriba y mas seguro (son de esas cosas que uno se da cuenta!). Palenque sigue igual de bello, el Templo del Sol me siguió pareciendo tan hermoso como antaño y Toniná, sigue igual manteniendo la misma vista impresionante que se aprecia desde su altura. Ocosingo, ahora esta más joven que nunca, pues la mayoría de su población la forman jóvenes entre los 12 y los 20 años. Por las carreteras se puede ver que se han terminado en un gran porcentaje, las casas de madera y ahora se ven más casas de cemento.
Chiapas sigue manteniendo la belleza mística de sus etnias, sus zonas arqueológicas, y esa especial manera en que sigue haciendo conciencia de nuestra multiculturalidad.
Fue un viaje lleno de cosas nuevas a mis ojos, lleno de sucesos que inspiran, de gente que vive para ayudar, una llamarada para volver y vivir ahí.