All you need is love...

lunes, 29 de julio de 2013

La propuesta...

Dicen que la sal con sal se quita… el único lugar que tienen mucha sal es el mar, por eso me fui a la playa para pensar que encontraría paz y respuestas. Regresé con la plena conciencia de hacerles frente a  mis monstruos y arreglar las cosas y que estas fluyeran sin lamentarme.  No sé que tanto se han desaparecido las nubes y los días grises. A veces sale el sol y quizá ha pasado la tormenta gracias a que deje de tener esperanza o más bien dejé de buscar y cuestionarme a cada minuto de mi existencia porqué ocurrían las cosas de esta manera. Y entonces llegó un poco de paz, un poco de tranquilidad a mi vida.
Un día de la semana pasada me levanté muy temprano para ir a correr y de pronto me descubrí a mi misma y me sentía tranquila, me sentía en paz. No sé ni cómo ocurrió eso, no sé ni cómo lo logré o cómo se había dado ese estado de ánimo. Pensé de nuevo que se había generado a partir del pensamiento de ya no esperar nada.
¿Será que los días terribles han pasado? ¿Qué las maravillas que hace el tiempo y el destino me enseñaron más que las millones de preguntas y los lamentos de los días pasados? ¿Será que estoy recibiendo la respuesta que tanto pedía? No lo sé… Pero entre ese meollo, descubrí que lo que realmente me atormenta es el miedo. Y aun lo tengo, miedo a alejarme, a equivocarme, a desprenderme, a fallar, a mi misma, al sufrimiento, al otro, al tiempo, a la soledad, al destino, a la mentira y sobre todo a que haga lo que mi corazón me dice y falle…
Lo cierto es que todos estamos expuestos a las decepciones, a fallar a equivocarnos, a pedir perdón y a continuar.
En twitter, la otra vez leí que cuando una persona te genera un daño y se queda para remediarlo entonces esa persona vale la pena. Alguna vez yo me quedé a remediar mis errores y me quedé con todo el corazón puesto. Sé que no fue perfecto quedarme, no pude volver a sentir el calor del otro sin antes sentir mucho frío. Yo me cansé, me cansé de esperar, eso es lo que me sucedió.  Estaba en mi derecho de cansarme.
Ahora que me dijeron que puede ser posible, me da mucho miedo dejarme llevar, estas experiencias te vuelven  como a la burra, arisca. Y yo no quiero ser así, porque  en estos años y en estos meses he aprendido que el amor, es más que ser fiel al otro, es respeto y empatía.
¿Será que esta es una oportunidad para obtener respeto y empatía? No lo sé…  Me he equivocado muchas veces, demasiadas, he dicho millones de mentiras, he fallado y fracasado. Pero aprendí y sigo aprendiendo…  Sé que estoy lista para continuar con la vida, sé lo que quiero y deseo construir… ¿Será que es este el tiempo de volverse a entregar sin miramientos, sin rencores, sin miedos?
Me dijeron que lo pensara… y eso haré.  No esperaba la propuesta. Pensé que sería contraria Estaba preparando mi ser para ya no aferrarme porque la tristeza es un látigo y pesa mucho y si algo he tenido en este tiempo es mucha tristeza. Pero de repente ahí estaba, mi compañero de toda la vida, frente a mí, diciéndome que el tiempo lo ha llevado a pensar que está seguro de él mismo… ¿será la culpa? No lo sé…  sé que tardaré poco en contestar, pues finalmente me he planteado  una y mil veces los escenarios. Solo da un poco de miedo… Tengo 31 años y estoy segura que no quiero buscar en muchos lo que ya había encontrado, que quiero construir una familia y quiero ser respetada y amada.  No sé si a esto se le llama madurez, más bien creo que es como en esa película japonesa que se titula “Las cuatro estaciones” vamos creciendo y vamos cambiando y esa transformación que poco a poco lleva a la vejes era lo que las culturas antiguas veneraban tanto y que se llama sabiduría. La vida es ensayo y error, creo que la cagamos mucho, para llegar a conclusiones, quizá si exista la perfección, no la he visto, pero creo que si la hay, y quizá este sea mi tiempo de tener algo, sino perfecto, algo que me haga sentir maravillosa… Y si no es así… volver a empezar…
Lo cierto es que hoy aquel cuarto azul que en un mail leí que se veía opaco, hoy lo vi brillar, como antaño…


domingo, 7 de julio de 2013

El cine.

El fin de semana pasado me quedó muy claro que no me podía quedar en la casa todo el fin de semana. No es sano.
Desde niña, sobre todo los sábados, pero sobretodo los domingos eran tardes de películas. Veía con mis padres la programación de películas del canal 9, las películas de la época del cine de oro mexicano, por eso las aprecio y soy gran fan de muchas de ellas.
En  la secundaria tomé el gusto por ver muchas películas, me quedaba hasta tarde viendo las películas del canal 11 ó 22. Me gustaba ver historias de otros países, la complejidad de las vidas de los personajes. Aun no conocía el concepto de “cine de arte”, pero me gustaba ver reflejados sentimientos de ira, pasión, amor, desamor, pobreza, soledad, y muchas otras realidades en aquellas películas.
Creo que a lo largo de mi vida, he visto más películas que leído libros, que igual me gustan y disfruto, pero el cine tiene una magia especial. Dice Luis Buñuel, en sus memorias, Mi último suspiro, que cada vez que entramos al cine nos disponemos a la hipnosis de la oscuridad y ver reflejadas la pantalla imágenes que nos cuentan algo. Dice Riera, el escritor de 100 años de cine mexicano, que “el cine es mejor que la vida”. No lo sé, a veces pensaba que así era y quizá, así es.
En la universidad, cuando estaba la muestra internacional de cine, juntaba 15 pesos diarios de los 10 días que duraba la muestra y lograba ver la mayoría de las películas. Asistía a los ciclos de cine de diversos temas y ahí fue donde disfrutaba ver el cine sola. Algunas veces entrabamos una bola de compañeros y otras, cuando nadie podía, entraba yo y disfrutaba la magia, la hipnosis.
La vida me puso en el camino a un compañero que disfruta el placer del cine de la misma manera que yo. He visto muchas películas al lado de Ugalde, muchas. El recuerdo más claro de un tiempo en el que ver películas se volvió fundamental,  es cuando estuvimos en Birmingham y a causa del invierno desde las 5pm, cuando ambos llegábamos del trabajo, nos disponíamos a ver películas. Algunas veces las bajábamos de internet y otras las comprábamos. Muy claro tengo el recuerdo de haber terminado en llanto total, los dos, cuando vimos Cinema Paradiso. Siempre nos unió el cine, hasta ahora, aunque no lo hagamos juntos. Una vez, discutimos. Así que propuse ir a la Cineteca y vimos dos películas. El ánimo cambia, cuando vez historias muy tristes o muy graciosas o reflexivas que logran cambiar los humores. He llorado muchas veces con él en el cine, mientras las historias reflejan una situación extremadamente conmovedora.
Hoy, tomando en cuenta que estar sola en casa no es sano. Comencé la búsqueda en internet  de la página de la Cineteca Nacional. Y a las 5pm salí con rumbo a Coyoacán a ver películas. No encontré boleto para Preludio, pero si para El Cielo Abierto y Sugar Man. Volví a disfrutar el cine sola. Igual que antaño. Pero en esta ocasión, fue diferente. En las más de 4 horas que pasé ahí, estuvo presente mi compañero. Todo el tiempo.
El Cielo Abierto habla sobre la teología de la liberación en tiempos de la guerrilla en El Salvador y de la actuación de Monseñor Arnulfo Romero y un grupo de sacerdotes que se emanciparon junto con el pueblo. Cuando terminó, tenía mucha hambre, así que fui a comprarme un café moka (que estaba extremadamente dulce) y un cuernito (normal, pero muy caro!) Mientras esperaba Sugar Man. Esta última, es una excelente película, me gustó mucho. Trata sobre la vida de un cantante de Ditroit, EU, llamado Sixto Rodríguez.  La música y la historia son muy buenas. Mientras la veía, me vi ahí, sentada en la tercera  fila, en el primer asiento de izquierda a derecha, completamente sola y añoré desesperadamente la presencia de mi compañero… Tuve la oportunidad de verla con él, pero así es la vida algunas veces, como en las películas… un tanto triste y compleja.  

Mañana comenzará mi andanza al reclusorio… Será otra experiencia… estoy segura. 

PD.  Para mi compañero...

http://youtu.be/WGESrgMDm5k

lunes, 1 de julio de 2013

Así pasó el fin de semana...

Tengo muchas ganas de llamarle. Pero mi razón ya ha dominado todo mi ser.  Ahora si me domina y me controla. No lo veo mal, la verdad es que siempre he tenido un corazón sensible que normalmente  domina todo lo que hago.
Es muy triste tener esta terrible incertidumbre que poco a poco va tomando una respuesta a lo que ha sucedido. Lo analizo una mil veces y me repito que ya no tienen razón de ser, se ha sufrido mucho, se ha esperado mucho también y simplemente no supimos como encontrar el equilibrio. Además todavía tengo coraje en el alma. Hasta que eso no se vaya, no se liberaran otros sentimientos.  Sin embargo me despierto y a penas se conecta la conciencia ya está mi mente ocupada por el mismo pensamiento, todo esto que ha sucedido, la tristeza de los recuerdos, los sentimientos encontrado que no se van y la soledad. Me canso de darme ánimos todos los días, de repetirme muchas veces que puedo lograr esto yo sola y como un día hace muchos años me decía mi compañero de trabajo: “esto, sólo es un tiempo y va a pasar”.
 Este fin de semana ha sido duro y me queda muy claro que tengo que hacer algo, salir, ver a gente, distraerme, porque mientras me cocinaba algo de comer,  no pude evitar las lágrimas y con ellas viene la pregunta sin respuesta: ¿por qué me pasa esto ahora?