Dicen que la sal con sal se quita… el único lugar que tienen
mucha sal es el mar, por eso me fui a la playa para pensar que encontraría paz
y respuestas. Regresé con la plena conciencia de hacerles frente a mis monstruos y arreglar las cosas y que
estas fluyeran sin lamentarme. No sé que
tanto se han desaparecido las nubes y los días grises. A veces sale el sol y
quizá ha pasado la tormenta gracias a que deje de tener esperanza o más bien
dejé de buscar y cuestionarme a cada minuto de mi existencia porqué ocurrían
las cosas de esta manera. Y entonces llegó un poco de paz, un poco de
tranquilidad a mi vida.
Un día de la semana pasada me levanté muy temprano para ir a
correr y de pronto me descubrí a mi misma y me sentía tranquila, me sentía en
paz. No sé ni cómo ocurrió eso, no sé ni cómo lo logré o cómo se había dado ese
estado de ánimo. Pensé de nuevo que se había generado a partir del pensamiento
de ya no esperar nada.
¿Será que los días terribles han pasado? ¿Qué las maravillas
que hace el tiempo y el destino me enseñaron más que las millones de preguntas
y los lamentos de los días pasados? ¿Será que estoy recibiendo la respuesta que
tanto pedía? No lo sé… Pero entre ese meollo, descubrí que lo que realmente me
atormenta es el miedo. Y aun lo tengo, miedo a alejarme, a equivocarme, a
desprenderme, a fallar, a mi misma, al sufrimiento, al otro, al tiempo, a la
soledad, al destino, a la mentira y sobre todo a que haga lo que mi corazón me
dice y falle…
Lo cierto es que todos estamos expuestos a las decepciones,
a fallar a equivocarnos, a pedir perdón y a continuar.
En twitter, la otra vez leí que cuando una persona te genera
un daño y se queda para remediarlo entonces esa persona vale la pena. Alguna
vez yo me quedé a remediar mis errores y me quedé con todo el corazón puesto.
Sé que no fue perfecto quedarme, no pude volver a sentir el calor del otro sin
antes sentir mucho frío. Yo me cansé, me cansé de esperar, eso es lo que me
sucedió. Estaba en mi derecho de
cansarme.
Ahora que me dijeron que puede ser posible, me da mucho
miedo dejarme llevar, estas experiencias te vuelven como a la burra, arisca. Y yo no quiero ser
así, porque en estos años y en estos
meses he aprendido que el amor, es más que ser fiel al otro, es respeto y
empatía.
¿Será que esta es una oportunidad para obtener respeto y
empatía? No lo sé… Me he equivocado
muchas veces, demasiadas, he dicho millones de mentiras, he fallado y
fracasado. Pero aprendí y sigo aprendiendo…
Sé que estoy lista para continuar con la vida, sé lo que quiero y deseo
construir… ¿Será que es este el tiempo de volverse a entregar sin miramientos,
sin rencores, sin miedos?
Me dijeron que lo pensara… y eso haré. No esperaba la propuesta. Pensé que sería
contraria Estaba preparando mi ser para ya no aferrarme porque la tristeza es
un látigo y pesa mucho y si algo he tenido en este tiempo es mucha tristeza. Pero
de repente ahí estaba, mi compañero de toda la vida, frente a mí, diciéndome
que el tiempo lo ha llevado a pensar que está seguro de él mismo… ¿será la
culpa? No lo sé… sé que tardaré poco en
contestar, pues finalmente me he planteado una y mil veces los escenarios. Solo da un
poco de miedo… Tengo 31 años y estoy segura que no quiero buscar en muchos lo
que ya había encontrado, que quiero construir una familia y quiero ser
respetada y amada. No sé si a esto se le
llama madurez, más bien creo que es como en esa película japonesa que se titula
“Las cuatro estaciones” vamos creciendo y vamos cambiando y esa transformación
que poco a poco lleva a la vejes era lo que las culturas antiguas veneraban
tanto y que se llama sabiduría. La vida es ensayo y error, creo que la cagamos
mucho, para llegar a conclusiones, quizá si exista la perfección, no la he visto,
pero creo que si la hay, y quizá este sea mi tiempo de tener algo, sino
perfecto, algo que me haga sentir maravillosa… Y si no es así… volver a empezar…
Lo cierto es que hoy aquel cuarto azul que en un mail leí
que se veía opaco, hoy lo vi brillar, como antaño…