El famoso fenómeno financiero credit crunch ha empezado a surtir efecto en El Vergel, el restaurante donde trabajo. Ya desde hace seis meses, me han venido contando que la clientela ha bajado, que ya no se cocina como antes, que los pedidos son menos, etc. Y en efecto, hay veces que la comida se queda o se reducen las porciones para no desperdiciar.
Entre ese fenómeno y el despido de una de mis compañeras, se optó por que solo trabajemos dos personas en vez de tres en la cocina. La verdad es que hace unas semanas no sentíamos la carga de trabajo, pero ahora… por lo menos yo, estoy muerta.
Por decisión de mis jefes, fui la elegida para aprender hacer el pan y las empanadas. La verdad es que al paso de una semana, no se me complicó la hechura de la masa, más bien fue cortarla lo que me costó trabajo, por esa razón salieron formas extrañas en los panes, ja! Pero ahora soy experta. Aunque no me fijé en que hacer el pan, requiere de más tiempo parada en una sola posición, cortar, amasar, es más peligroso (por el horno) y una serie de detalles más. Además terminando del pan, tenía que regresar a cortar, preparar rellenos, hacer pasteles y limpiar… Así fue como nos hemos turnado entre mi compañera y yo la hechura del pan y el control de la cocina.
Al paso de unas semanas, sin quejarnos, obviamente, (porque cómo nos vamos a quejar del trabajo!!!) empezamos a platicar de nuestros dolores físicos. Pensé que yo era la única que sentía el cuello destruido y el músculo que conecta el cuello con el brazo derecho, incluido el brazo, también. La espalda totalmente adolorida y los pies, bueno… mis pies solo existen, creo que ya no sienten. Solo lo comentamos, porque finalmente en la cocina se necesita gente fuerte, de trabajo duro, así que todo quedó, en una plática. Pero mi ligera escoliosis lumbar me recuerda a mi santa madre, cada vez que tengo que hacer movimientos bruscos o cargar, sea poco o mucho y obviamente Ugalde ya esta harto de que le suplique y lo persiga todos los días por un masajito para mi espalda.
El punto es que esta semana empezó un efecto de cansancio que parecía entre enfermedad y embarazo. Es un cansancio terrible, mareo, asco, vómito, y mucho sueño. En este punto es cuando me quejo y me vuelvo quejar de que no sufro esto lo padezco, de sentir este cansancio espantoso, de quedarme dormida en el bus, de faltar al cursito de inglés, o peor de estar bostezando y casi durmiéndome en el mismo, de no tener actitud de joven, de no trabajar en otra cosa, de la rutina, de despertar de malas, de implorara levantarme a las 2 de la tarde los sábados y los domingos. He dejado de hacer ejercicio, de leer, de escribir, etc.
Ayer platicaba con mi compañera Nadda, de Marruecos y me contaba que su esposo es Head Chef, o sea el jefe de la cocina, el que solo manda. Y me decía que el restaurante en donde él trabaja también ha sido afectado por la crisis y despidieron a bastante gente, ahora entre seis personas cocinan para 200 personas, obviamente el hombre esta muerto.
Yo le contaba que he empezado a mandar CV para conseguir otro trabajo mejor pagado y ella me miró con ojos de estas loca! Obviamente porque todo mundo tiene miedo de perder su empleo o dejar el que tiene y no encontrar otro pronto.
Así la situación de mi cuerpo y mente… tenía ganas de quejarme mucho y aunque no me gusta usar un lenguaje soez (no porque sea persignada, sino porque no me alcanzarían todas las groserías para describir mi situación…): estoy hasta a la madre! He dicho!