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jueves, 8 de febrero de 2007

AMSTERDAM

Hace unos años Ámsterdam fue noticia a causa de la legalización de las drogas y la prostitución. Varios de mis amigos y conocidos que gustaban (o gustan) de la marihuana, hongos y todo tipo de drogas hubieran matado por ir y fumarse un gallo. Tiempo después, estando con la banda pacheca alguien platicó su experiencia acerca de su viaje por Europa y su viaje dentro del viaje en Ámsterdam, sus impresiones no fueron muy buenas, concluyó diciendo que era mejor comer hongos en Oaxaca y fumar marihuana en la Ciudad de México, que sólo había valido la pena conocer aquella cuidad europea.
Llegamos a Ámsterdam a las 4:30 de la mañana, hacía mucho frío y nos tuvimos que esperar hasta las 6 de la mañana para que los trenes comenzaran a trabajar. Por fin entramos a la estación, nunca había visto tanta tristeza en un transporte, algunos trenes son modelos muy viejos de un amarillo tan fúnebre que tal parece que te van a transportar a un campo de concentración. La neblina que causa el frío, hacía parecer la estación lúgubre. Llegamos a la casa de Chispa, una chica mexicana que vive con una holandesa, Maika, y amablemente nos dieron posada en su casa, no tan solo a Juan, Monche y Bomboncito, sino a Gustavo y a mí. El primer día Chispa nos dio un paseo por la cuidad. La verdad es que no vimos Ámsterdam de día, la luz duraba muy poco debido al frío y al ánimo fiestero que hizo que esa luz durara menos porque nos entregábamos a los brazos de Morfeo a causa de las desveladas, pero con todo, la arquitectura de Ámsterdam es mucho mas europea y bella, la cuidad está llena de canales, la gente utiliza mucho la bicicleta como medio de transporte lo que la hace verse encantadora. Ese primer día caminamos por una calle que está llena de tiendas de drogas y accesorios para consumirlas, hay desde marihuana, hongos, algunos químicos menores hasta pipas y playeras ( no sé por que razón hay tantas playeras con la imagen del Che Guevara, no me funciona la idea de relacionar al socialismo con las drogas y ya ni mencionar a Bob Marley y todo lo que tenga que ver con el Rastafarismo), inocentemente compramos tabaco y sábanas para forjar nuestros propios tabacos dado que los cigarros de marca son muy caros. Por la noche fuimos a dos bares, uno era muy parecido a un pub inglés y el otro era muy parecido al Bar Milán en México, mucha música y alcohol.
Después del día de Navidad salimos a caminar y a ver por segunda vez la zona roja, lugar en donde se encuentran las famosas vitrinas. La primera vez que las vimos, me pareció la cosa más anti-excitante, pues las chicas no muestran la más mínima actitud para provocar a sus clientes. Me pareció triste verlas dentro de las vitrinas, expuestas como animales. La gente pasa y las observa y cuando no están es como no ver al animalito en la jaula del zoológico. Solo pude ver a una chica con demasiada actitud y belleza, la observaban varios hombres de todas las nacionalidades, ella llevaba puestas unas pequeñas prendas de lencería negra brillosa. Me pareció evocador, porque la cuadra del distrito rojo es muy pequeña, en medio de ella pasa un canal, en ese canal hay varios cisnes, esas aves de belleza extraordinaria, adornan el paso de otras bellezas.
Finalmente decidimos tomar algunas cervezas en un lugar, a mi parecer, bastante chido, lleno de tajes y grafitis, en ese lugar estaba permitido vender y fumar marihuana, así que una comisión de dos fueron a comprar un gallo, que resultó bastante caro, ocho punto treinta y cinco euros, y era lo de apenas dos cigarros de marihuana, (en mi opinión de muy mala calidad porque estaba demasiado húmeda). El fin de todo esto era fumar marihuana de manera legal en un país donde es legal. Como experiencia fue bueno.
Ámsterdam no tan es importante por lo expuesto en líneas anteriores, sino porque hay dos museos muy importantes, por esa razón nuestro último día fue dedicado al Museo Vincet Van Gogh, pintor holandés que vivió durante el siglo XIX y es uno de los pintores más reconocidos en el mundo por ser uno de los mayores exponentes del impresionismo. Este es un museo muy pequeño, muy caro (diez euros la entrada, fue el museo más caro que visitamos, más caro que Le Leuvre), pero guarda muchos cuadros de otros impresionistas importantes como Corot, Gauguin, Bernard, entre otros pintores pertenecientes a la misma corriente. También se encuentra el Museo Rembrandt, de otro destacado pintor holandés, el más sobresaliente de la llamada Época de oro holandesa que sucedió durante el siglo XVII, cuando el comercio y las ciencias le dieron a Holanda prestigio y avance económico. Las obras de Rembrandt gozan de mucho sentimiento humano, pintó a muchas personas, entre ellos vagabundos y ancianos.

La cuidad de Ámsterdam se encuentra entre el pasado que esconden sus calles, la historia que guardan sus paredes; la belleza de sus canales, sus calles angostas, sus edificios gótico y la libertad del mundo actual.

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