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domingo, 7 de julio de 2013

El cine.

El fin de semana pasado me quedó muy claro que no me podía quedar en la casa todo el fin de semana. No es sano.
Desde niña, sobre todo los sábados, pero sobretodo los domingos eran tardes de películas. Veía con mis padres la programación de películas del canal 9, las películas de la época del cine de oro mexicano, por eso las aprecio y soy gran fan de muchas de ellas.
En  la secundaria tomé el gusto por ver muchas películas, me quedaba hasta tarde viendo las películas del canal 11 ó 22. Me gustaba ver historias de otros países, la complejidad de las vidas de los personajes. Aun no conocía el concepto de “cine de arte”, pero me gustaba ver reflejados sentimientos de ira, pasión, amor, desamor, pobreza, soledad, y muchas otras realidades en aquellas películas.
Creo que a lo largo de mi vida, he visto más películas que leído libros, que igual me gustan y disfruto, pero el cine tiene una magia especial. Dice Luis Buñuel, en sus memorias, Mi último suspiro, que cada vez que entramos al cine nos disponemos a la hipnosis de la oscuridad y ver reflejadas la pantalla imágenes que nos cuentan algo. Dice Riera, el escritor de 100 años de cine mexicano, que “el cine es mejor que la vida”. No lo sé, a veces pensaba que así era y quizá, así es.
En la universidad, cuando estaba la muestra internacional de cine, juntaba 15 pesos diarios de los 10 días que duraba la muestra y lograba ver la mayoría de las películas. Asistía a los ciclos de cine de diversos temas y ahí fue donde disfrutaba ver el cine sola. Algunas veces entrabamos una bola de compañeros y otras, cuando nadie podía, entraba yo y disfrutaba la magia, la hipnosis.
La vida me puso en el camino a un compañero que disfruta el placer del cine de la misma manera que yo. He visto muchas películas al lado de Ugalde, muchas. El recuerdo más claro de un tiempo en el que ver películas se volvió fundamental,  es cuando estuvimos en Birmingham y a causa del invierno desde las 5pm, cuando ambos llegábamos del trabajo, nos disponíamos a ver películas. Algunas veces las bajábamos de internet y otras las comprábamos. Muy claro tengo el recuerdo de haber terminado en llanto total, los dos, cuando vimos Cinema Paradiso. Siempre nos unió el cine, hasta ahora, aunque no lo hagamos juntos. Una vez, discutimos. Así que propuse ir a la Cineteca y vimos dos películas. El ánimo cambia, cuando vez historias muy tristes o muy graciosas o reflexivas que logran cambiar los humores. He llorado muchas veces con él en el cine, mientras las historias reflejan una situación extremadamente conmovedora.
Hoy, tomando en cuenta que estar sola en casa no es sano. Comencé la búsqueda en internet  de la página de la Cineteca Nacional. Y a las 5pm salí con rumbo a Coyoacán a ver películas. No encontré boleto para Preludio, pero si para El Cielo Abierto y Sugar Man. Volví a disfrutar el cine sola. Igual que antaño. Pero en esta ocasión, fue diferente. En las más de 4 horas que pasé ahí, estuvo presente mi compañero. Todo el tiempo.
El Cielo Abierto habla sobre la teología de la liberación en tiempos de la guerrilla en El Salvador y de la actuación de Monseñor Arnulfo Romero y un grupo de sacerdotes que se emanciparon junto con el pueblo. Cuando terminó, tenía mucha hambre, así que fui a comprarme un café moka (que estaba extremadamente dulce) y un cuernito (normal, pero muy caro!) Mientras esperaba Sugar Man. Esta última, es una excelente película, me gustó mucho. Trata sobre la vida de un cantante de Ditroit, EU, llamado Sixto Rodríguez.  La música y la historia son muy buenas. Mientras la veía, me vi ahí, sentada en la tercera  fila, en el primer asiento de izquierda a derecha, completamente sola y añoré desesperadamente la presencia de mi compañero… Tuve la oportunidad de verla con él, pero así es la vida algunas veces, como en las películas… un tanto triste y compleja.  

Mañana comenzará mi andanza al reclusorio… Será otra experiencia… estoy segura. 

PD.  Para mi compañero...

http://youtu.be/WGESrgMDm5k

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