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viernes, 20 de julio de 2007

Ocho mujeres.

Hace una semana terminó mi clase de inglés. Recuerdo el día en que llegué a esa clase, pues antes estaba en una más avanzada, pero mi capacidad con el idioma no era buena y me mandaron a otro grupo. Entré al salón y habían seis personas, cuatro mujeres y dos hombres, con el tiempo, los dos hombres se fueron y llegaron dos mujeres más, las que continuamos hasta el final. Hay personas que no se olvidan y ellas no se me van a olvidar nunca.

Tomé clases en el Selly Oak Centre, que es un lugar muy parecido a la Casa de Cultura que hay en cada delegación en México, pues se imparten varios cursos, entre ellos algunos muy importantes, como inglés y algunos cursos de enfermería o de niñera especializada. El curso que yo tomé se llama ESOL que en sus siglas en ingles significa: English for speakers of other languages ( Inglés para hablantes de otras lenguas). Este programa esta orientado a los migrantes, así que el inglés que nos enseñan esta enfocado en la vida diaria, en todas aquellas tareas practicas, tales como: ir al mercado, pedir empleo, saber identificar direcciones, como funcionan los buses, como llenar formas, como funcionan ciertas máquinas, etcétera. Los cursos están divididos en: Entry 1, 2 y 3 y Level 1, 2 y 3. Al principio estaba en Entry 3, pero era demasiada conversación y el uso de los verbos no estaba muy claro para mí, así que me mandaron al Entry 2, en donde la conversación era menos compleja y todavía veíamos cosas de gramática. El Entry 1 es para quien de plano no sabe absolutamente nada del idioma, así que no me sentía tan mal, pero cuando supe que apenas estaba en la segunda fase de seis, mejor ni les platico que es lo que sentí…

Mi maestra, Maria, una rusa que tiene 16 años viviendo aquí, amante de la lengua, pues estudió Letras Rusas en su país, migró para el Reino Unido y después que aprendió el idioma, aplicó un examen para dar clases aquí, para ayudar a las personas adultas a aprender inglés. Fue una gran experiencia conocerla. Creo que dar clases es una de las tareas más nobles, al igual que ser médico, pues ella sabe de los problemas que tenemos todos al estar aprendiendo la lengua, siempre estuvo al tanto de nosotros, no dejó de interesarnos en el idioma, en las costumbres, en darnos confianza, en preguntarnos que nos pasa, porque estuvimos unas veces más calladas o lo que sea. Y no se me olvida que último día de clase, solo estuvimos ella y yo, ese día me pidió que le enseñara español y hasta me propuso un trato, que si yo le enseñaba español ella me enseñaba inglés por las tardes, en su casa o en la mía. Después fuimos a visitar a Dominga, una compañera que estaba enferma y cuando nos subimos a su carro, prendió en radio y me estuvo haciendo exámenes de lisening, ese día me dio tanta risa saber que una visita de placer, la convirtió en una clase de inglés en su carro y que de verdad lo estaba tomando con tanta seriedad que lo mejor fue poner atención a la conversación.

Las siete mujeres con las que compartí estos meses fueron: Clemence, africana, pero vivió años en Francia, así que tiene la nacionalidad francesa (lengua natal Francés), Aysha de Pakistán (lengua natal Urdu), Rasa de Lituania (lengua natal Lituano y Ruso), Latifa de Kuwait (lengua natal Árabe), Dominga de República Dominicana (lengua natal Español), Maria de República Dominicana (lengua natal Español), María de Rusia (lengua natal Ruso, mi maestra ) y yo de México. La mayoría casadas y con hijos.

No sé como describir el orgullo que sentía al entrar al salón, pues poco a poco se saben las historias de cada una, a nuestra medio inglés pudimos transmitir emociones, contar historias, saber costumbres y darnos cuenta que no éramos las únicas ni las primeras en quejarnos del clima, de la lengua, de la sobriedad de los ingleses, de la comida, de los precios tan altos y con el tiempo, de compartir, las fotos de sus hijos, de nuestras parejas, de darnos recetas para el cuidado del cabello, de cocina, de decirnos que nos veíamos bien o mal o de preguntarnos cosas específicas de nuestra cultura. Quizá la más interrogada fue Latifa, porque es musulmana, así que todas le preguntábamos cosas acerca de su cultura y costumbres, la que le seguía era Aysha, pues ella siempre usa sari, no tiene permitido llevar otra ropa puesta, además de que es la que más cree en cosas sobrenaturales y siempre escucharla era para ilustrarnos acerca de su cosmovisión de la vida y de la muerte. Clemence, la más sincera, pues se fue de África a Francia en busca de una vida mejor y de Francia aquí, ahora con sus dos hijos pequeños en busca de esa misma vida. Ella era la más adelantada con el idioma, además de que tiene una pronunciación perfecta y creo yo, una habilidad natural para los idiomas. Rasa la más seria, solo vino por un año a estudiar inglés y siempre nos decía que la mejor manera de aprenderlo era consiguiéndose un novio británico, pues también estaba muy adelantada con el idioma. Dominga, se casó con un inglés, ahora tiene 6 años viviendo aquí, y como ella dice: “…si no sé hablar inglés es porque siempre he estado preñada…” y terminaba riéndose, porque siempre esta de buenas, siempre contenta y sonriente, propio de las mujeres del Caribe. Maria, la más chica de todas, solo estuvo aquí por seis meses y supongo que ahora ha de estar en su país. Ella era la que metía en aprietos a Latifa y Aysha, con preguntas incómodas acerca de sus culturas, hasta que la maestra le dijo que eso no estaba bien, así fue que tomo un poco de respeto hacia la diversidad del grupo. A mí siempre me tomaban como la referencia histórica, por mi carrera y era la de las recetas de cocina mexicana.

Ahora, que la vida esta apunto de cambiar de nuevo, porque en un mes y medio cambiaremos de casa, quizá ya no las vuelva a ver, pero sé que al igual que a mí, no nos olvidaremos de ese grupo, en el que nos sentíamos tan a gusto, finalmente seamos de donde seamos, con culturas diferentes o no, éramos mujeres, todas en las mismas condiciones con el idioma, unas con problemas más fuertes que otras, pero en la clase nos unía el gusto de aprender y porque no, de distraernos de la vida cotidiana, pues esas clases era para nosotras.

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