Una de las cosas por las que recordaré a Portugal, es por la comida, la verdad es que cada vez que se acercaba la hora de comer, todos poníamos cara de placer, es muy buena desde las carnes, hasta los pescados, que esto último es su especialidad. Así que salimos a cenar y luego nos internamos en Coimbra buscando un lugar donde beber hasta el punto de la embriaguez. El Hermano, Gustavo y yo caminamos, como nunca antes, por lo menos yo, en busca de unas chelas. Por fin encontramos un lugar estudiantil, en donde hicimos la primera parada, luego por una zona medio fresa donde había varios barecitos y al final terminamos en un antro que al principio estaba rockero y luego degeneró en electrónico. El punto fue que estábamos muy contentos todos, nunca había hecho tantas amistades en una noche y menos hablando portugués, el Hermano y Gustavo estaban rodeados de amigas momentáneas que yo hacía, todo era felicidad antes de que el diablo se le metiera a Gustavo y nos sacaran del bar…
La cruda realidad nos hizo levantarnos a medio día, pero esa misma tarde llegamos a
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