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lunes, 18 de junio de 2007

Lisboa

La emoción me invadió de sobre manera cuando llegamos a Lisboa, la verdad es que tenía muchas ganas de ir a Portugal, tenía el presentimiento de que este viaje sería único, pues me gustan las ciudades que están cerca del mar. Lisboa se convirtió en mi cuidad favorita hasta ahora, es una cuidad en donde definitivamente podría vivir por años, es bella, se respira tranquilidad, pero con cierta melancolía. Es de esas ciudades en las que te puedes enamorar u olvidar de todo. Me gustó como se siente el viento por sus calles al doblar la esquina, te llena de emociones entre la esperanza y la serenidad. Quizá todo esto suene muy clavado, pero también fue la impresión que me causó.

Se puede decir que estuvimos un día en Lisboa, por que el otro día lo dedicamos a Sintra y Cascais.

Sintra es un pequeño pueblo de una belleza y valor histórico extraordinarios, pues en esta cuidad se encuentra un castillo: Castelo dos Moros, que es su principal atractivo. Después nos dirigimos hacia Cascais, que es una ciudad junto al mar, pues el plan era que un día lo dedicaríamos a estar como iguanas, tirados en la arena asoleándonos, pero no pudo ser así, el clima no lo permitió. Aun así Cascais es un buen lugar, la comida, ver el mar y caminar mucho (así como los diez euritos encontrados en la playa) hicieron que valiera la pena.



Ese día llegando a Lisboa nos dirigimos al barrio de Alfama buscando un lugar donde tocaran fado (palabra que viene del latín fatum, significa destino), música tradicional de Portugal. Siguiendo las indicaciones de la guía para turistas, fuimos a parar a un lugar bastante caro, así que un poco decepcionados, preguntamos a una señora que pronto me hizo la plática y nos llevó por otros lugares, me indicaba cual estaba caro y cual no, hasta que nos dejó en la puerta de un barecito en donde escuchamos cantar a hombres y mujeres, ya mayores que de verdad llegaban al corazón. Fue una noche bohemia, disfrutamos del vino tinto, de una cena y de un buen fado.


Al siguiente día ya en Lisboa, el primer lugar que nos encontramos fue con otro río histórico el Rio Tajo, en donde se encuentra un gran monumento llamado Padrão dos Descubrimientos, conocimos la Torre de Belém, la Catedral de Lisboa, el Centro de la cuidad y muchas calles, pues todas tienen su encanto como las del Barrio Alto, que no por nada se llama así. Algo que quizá le de un aire nostálgico a Lisboa son los tranvías, la mayoría son de color amarillo y aunque algunos porten el logo de Coca-Cola, hacen que la cuidad parezca más antigua. Lisboa es bello, es una cuidad que tiene algo en el aire que no sé como explicar, me gustó la comida, la amabilidad de la gente, las caminatas y el idioma, que con este viaje me enamoré más de él.

De Portugal nos fuimos en camión para Sevilla, así que salimos del centro de Lisboa para entrar a la modernidad del metro y esperar nuestro autobús que nos llevaría al sur de España






Me despidió Lisboa con una frasecita que leí en una pared: “O amor é nossa morte” (“El amor es nuestra muerte”), quizá la frase hizo que la nostalgia aumentara, pues esperé que Lisboa fuera milagrosa y aunque no lo fue, me recordó que la esperanza es la último que nos queda.

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