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lunes, 11 de junio de 2007

PORTUGAL

Oporto
Hay países que idealizas por las historias que cuentan las personas que son nacidas ahí. Yo tenía idealizado a Portugal, gracias a Leonor, mi maestra de portugués de la Universidad y no se que equivocó en nada. Llegamos a Oporto, el Hermano Juan, Agnieska (de Polonia), Gustavo y yo. Era un día bastante soleado y a pesar del cansancio llegamos a caminar y caminar. Lo primero que hicimos fue preguntar por el Mercado de Bolhão en donde nos entregamos a los placeres culinarios de una feijoada y las sardinas asadas. Ya con el estómago lleno recorrimos la cuidad. Oporto esta situada a las orillas del Río Duero (Rio Douro). Es una cuidad bella, tiene un aire a pueblo de mar, de esos en donde la vida pasa lenta, sin mayores complicaciones. Caminamos por sus calles, con bastante entrega pues las subidas y bajadas están pesadas después de un rato. Caminamos junto a la Ribiera, del Douro en donde hay algunos restaurantes, después recorrimos el Centro, y como todo lugar que no conoces cada rincón, cada pequeña callecita, es nueva y bella. Algo que llama mucho la atención es la forma en que las personas sacan a los balcones su ropa para secarse, muchas casas muestran las sábanas tendidas, la forma en que se mueven las estas con el viento, tiene algo de magia y le dan su esencia a las calles.




Ese mismo día caminamos hasta la Casa de la Música, que es un buen trabajo de la arquitectura moderna, pues fue en ese lugar en el que todos mis compañero se extasiaron, pues imaginen a tres cámaras fotográficas profesionales disparando a todo lo que veían, en esa Casa fue el éxtasis, hasta yo me emocioné y mi camarita y yo no nos quedamos atrás, así que disfrutamos mucho el atardecer de Oporto en ese lugar.

Al día siguiente decidimos conocer los viñedos de donde es el famoso vino Oporto, definitivamente, fue una excelente decisión, pues a las once de la mañana ya nos habíamos mareado de tantas pruebas de vino, además compartimos la plática con toda la senectud europea y gringa, puro abuelo comprando las botellas más caras, mientras uno se dedicó a degustar el buen vino y a despedirse de Oporto apara ir a Coimbra.







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