Noche vieja... año nuevo

La noche vieja la pasamos en Madrid, nos pusimos guapos, salimos a cenar una rica paella al restaurantito de la esquina, compramos algunas cervezas, algunos vinos tintos, nuestras latas de uvas que vendían los chinos, mientras que los africanos se ven lentos vendiendo películas piratas y salimos dispuestos a la fiesta en la Puerta de Sol. Nosotros éramos dos mexicanos turistas en España, dispuestos a pasar el Año Nuevo y quizá socializar un poco con todo aquel que pasara. Hubo una persona que salió a la calle, con su botella de sidra, sus uvas, perfectamente arreglado, portaba un traje oscuro, era alto delgado, lucía guapo, sin embargo caminó solo, no saludó a nadie, no compartió la sidra, quizá no pidió deseos, solo lo vimos perderse entre la gente. Era un migrante africano. Al ver nuestro alrededor nos dimos cuenta que había muchos como él… los migrantes africanos no son bien recibidos por la sociedad española, no son incluidos, todos estaban solos, hasta separados de ellos mismos, todos con el celular en la mano, tratando de demostrar el poder adquisitivo, todos solos.
Nosotros decidimos perdernos entre la gente, brindar y pedir nuestros doce deseos, bueno o malo todos estábamos ahí, en un mismo lugar, siendo igualmente humanos y pidiendo por un año mejor.

El 1 de enero se nos fue el tren, tal cual, gracias a la borrachera de un día anterior, nos quedamos un día más en Madrid, ya no hicimos grandes cosas, solo ir en la noche a ver Babel, dormir temprano, para salir a Barcelona.

Me gustó Madrid, quizá por la fecha, pero había mucha fiesta, mucha gente, buen humor, sonrisas, sol y una estación en el metro por la que Manú Chao en algunas de sus canciones dice: proxima estación… Esperanza!