El 31 de diciembre de 2006 nos fuimos a Toledo, a pesar de que fue un mal día para visitarlo porque todos los museos estuvieron cerrados y el día estuvo frío y gris, no puede dejar de enamorarme. Después de París Toledo es el lugar donde podría vivir. La cuidad es un sueño, desde lo lejos se puede apreciar su muralla, que rodea la cuidad, que está muy en alto. A la ciudad la rodea un río y hay algunos puentes medievales que le dan cierto misticismo y pareciera que es un cuento de princesas. Pudimos observar algunas iglesias, nos perdimos entre sus calles silenciosas y presenciamos un evento para despedir la noche vieja, como los españoles le llaman. Fue un buen día, finalmente el ánimo era bueno, era la última noche del año y Toledo nos despidió con sus callejones angostos, con unas monjitas interesadas por la política mexicana, unos cayos con una cerveza y la plática de un matrimonio español, con propagandas rojas sobre eventos de punk o películas subversivas, creo que por eso me quedaría a vivir, a pesar de ser una cuidad pequeña, creo que tiene gran actividad política y cultural.
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